Al estar viviendo un presente desalentador, que nunca nos falte la reflexión sobre una de las herramientas claves para abordar cualquier situación o problema.
¿Por qué recurrir al diálogo? El diálogo visibiliza cualquier tipo de problemática. Ya sean situaciones de todos los días al interior de nuestro hogar o conflictos de mayor escala, un intercambio de ideas puede ser un medio para buscar la solución. Es una invitación al otro para que exprese un punto de vista. Esto también implica un acto de apertura a escuchar opiniones diferentes, ya que muchas veces las propias emociones sobre el asunto llevan a cada parte involucrada a sobre-identificarnos con un lado del problema, y no ver la validez de otras posibles soluciones (siempre y cuando la conversación sea respetuosa y en igualdad).
Para entender la importancia de dialogar, podemos recurrir a uno de los referentes filosóficos más reconocidos: Platón. En la obra de Platón, el diálogo es una forma narrativa de exponer cada momento de varias discusiones sobre diferentes tópicos. En un artículo para La Vanguardia, Manuel Cruz plantea que el diálogo en Platón no es una transacción ni una negociación en la que una de dos partes tiene que convencer a la otra, o ganar un beneficio personal. Más que de intereses particulares, se trata de ideas. La meta de dialogar es construir una síntesis, concepto derivado de la contraposición de una tesis y antítesis, es decir, poner en debate una idea y sus pros y contras para llegar a una nueva concepción de la misma.
En tiempos en los que abundan los llamados al diálogo, es preciso recordar la meta de buscar una solución común en lugar del beneficio personal. Y ante una perspectiva sinceramente pesimista en este sentido, cuando desde hace tiempo tantas luchas por la vida son ignoradas, sólo podemos preguntarnos: ¿qué pasa en el otro lado? En el artículo de referencia, Cruz señala: “Dialogar, entonces, es correr el riesgo de cambiar de opinión”. ¿Será tan grande el miedo del otro a reconocerse en nosotros?
Sin embargo, esta mención del diálogo platónico y sus objetivos no pretende desestimar el valor de la conversación cotidiana. Al estar viviendo un conflicto de cualquier tipo, la opción del diálogo y la conversación no tendría por qué ser descartable. Es más, incluso en los casos en los que las soluciones se vean lejanas, recurrir a una conversación tranquila para simplemente desahogarnos puede ser de gran ayuda, en especial para nuestra salud mental. Es muy importante valorar y aprovechar los espacios seguros y de confianza con nuestros amigos, familia, terapeutas, etc., si hay un problema en nuestro entorno que nos aqueja, así como los espacios dispuestos para dialogar en comunidad, como las asambleas o grupos abiertos de discusión.
Este sencillo y breve artículo concluye con una invitación honesta a cuidar los espacios de conversación y diálogo que tenemos en nuestro diario vivir. A diario vemos situaciones injustas que nos afectan y que sin duda podrían impulsarnos a generar ideas, propuestas, crear conocimiento, o un simple acto de desahogo, cuando las exponemos en una dinámica de relación con otras personas. Y aún si nuestras conversaciones no sean un diálogo platónico, la importancia cae sobre valorar la palabra escrita y hablada, nuestra capacidad de comunicación y empatía, nuestras alianzas, y espacios de confianza.